Cuando se empieza a hacer ejercicio después de mucho tiempo sin hacerlo, o bien cuando se empieza por primera vez, lo más habitual es que al principio no guste. Tienen que pasar unas semanas para que esto cambie y se empiecen a segregar hormonas que favorecen que se disfrute más.
En este sentido resulta muy útil, en el inicio, marcar unos días a la semana fijos y hacer en estos días los ejercicios que a uno más le gusten, sin buscar el ejercicio más intenso o en el que se consuman más calorías.
Cuando ya se vayan apreciando más las sensaciones agradables que suceden mientras se hace ejercicio, ya se podrá empezar a enfocar mejor las sesiones.
Una buena combinación es combinar ejercicios de resistencia (correr, bici…) en los que se queman calorías de forma continuada, lo cual es idóneo para bajar peso, con otros de fuerza (máquinas, mancuernas…), en los que se gana músculo.
Ganar músculo, o preservar el que tenemos, es de lo más importante a cuidar mientras se pierde peso. El motivo es que el músculo es la parte de tejido del cuerpo que es activa. Esto quiere decir que las 24 horas del día consume calorías (incluso mientras dormimos). En cambio el tejido graso es un tejido que no consume calorías.
Si se disminuye peso y a la vez se mantiene el músculo se mantiene el metabolismo elevado y esto repercutirá en que luego sea mucho más fácil mantener el peso.