La semana pasada comentábamos que tomamos demasiada sal. Hoy vamos a dar 4 consejos para reducir la sal de la dieta de forma significativa:
1. Elija alimentos libres de sal para comer entre horas: 1 fruta, 1 yogur, un puñado de frutos secos sin sal, pan sin sal con aceite o membrillo…
2. Siempre que sea posible escoja productos frescos o preparados en casa en lugar de envasados.
3. Revise siempre el etiquetado de los alimentos y si ve que el contenido en sal es demasiado elevado cámbielos por otros de menor contenido.
Un producto contiene mucha sal cuando supera 1,25 gramos de sal por cada 100 gramos; y es bajo en sal cuando contiene 0,25 gramos de sal o menos. Hay que diferenciar la sal del sodio: un gramo de sal equivale a 400mg de sodio. Es decir, si la etiqueta nos indica la cantidad de sodio (Na) será alto en sal cuando supere los 0,3 gramos y bajo cuando contenga menos de 0,06.
4. Dé sabor a las comidas usando hierbas aromáticas, condimentos, vinagre, jugo de limón, cebolla, ajo o apio; y aliñe las ensaladas con estos condimentos o vinagretas, de esta manera podremos reducir la sal sustituyéndola por otros alimentos que dan sabor.
Si ya tiene pautada una dieta baja en sal, será conveniente aplicar estrategias más específicas como elegir en pan sin sal, evitar los quesos y embutidos, pedir en los restaurantes que no añadan sal al cocinar la carne/pescado, etc.
Para seguir una dieta hiposódica es necesario dedicar un tiempo a aprender a cocinar de tal modo que la comida sea sabrosa sin necesidad de añadirle sal. Por ejemplo, si cocinamos al vapor se conserva más el sabor de los alimentos que si los hervimos ya que al hervir se disipa parte del sabor en el agua de cocción.
Es normal que se tenga que tener cierta paciencia durante un tiempo cuando deje la sal, el paladar necesita un tiempo para acostumbrarse al cambio. Aunque al principio se perciba la comida con poco sabor, con el tiempo se irán descubriendo los sabores naturales del alimento.