En marzo llegan las primeras fresas y con ellas ampliamos el colorido en los platos de esta temporada. El color en la alimentación es un aspecto importante, tanto en el alimento en si, como en los platos, tazas o recipientes en los que se sirve el alimento.
Por un lado los colores nos atraen o nos generan rechazo, nos estimulan más o menos el apetito o pueden hacer que una comida resalte en el plato y nos llame la atención probarlo, etc. Los colores rojos y anaranjados es conocido que incitan más a comer, en comparación con los colores blancos y tostados.
Tener esto en cuenta hará que, según nos interese potenciar un plato o bien nos queramos moderar en la cantidad a comer, elegiremos uno u otro color. Por ejemplo las dietas blandas a base de arroz, sémolas, compotas, yogures… en las que los colores son muy neutros resultan mucho menos apetecibles que si en estas mismas preparaciones se les da un toque de color, añadiendo un poco de pimentón dulce por encima de un puré o una cucharadita de mermelada de fresas en el yogur o unas rodajas de zanahoria en el plato de arroz.
Por otro lado, los colores en los alimentos nos informan del tipo de vitaminas y antioxidantes que aportan: betacarotenos, clorofila, licopeno…
Por ejemplo, los vegetales de color amarillo y naranja como la calabaza, la zanahoria o los albaricoques se caracterizan por tener más presencia de betacarotenos; los vegetales verdes como las espinacas, acelgas o los canónigos contienen más clorofila y los rojos como el tomate, la sandía o las fresas contienen más licopeno.
Se recomienda que en la dieta se incluyan alimentos de todos los colores, así es mucho más probable que se obtengan los nutrientes necesarios.
Al preparar platos en los que se mezclen varios vegetales, como los woks de verduras, las ensaladas o el pisto es fácil seguir esta recomendación.
Por ejemplo:
– Ensalada de canónigos, brotes de alfalfa germinados y maíz.
– Wok de berenjena, champiñones y calabacín.
– Puerro, calabaza y cebolla al vapor con aceite de romero.
– Escalibada con pimiento, berenjena y cebolla.
– Tempura de manzana, calabacín, cebolla y zanahoria.
Estas combinaciones resultan muy interesantes a nivel nutritivo y enriquecen la dieta en sustancias altamente necesarias para el buen funcionamiento del organismo.
Regresando a las fresas, y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, podrán formar parte de una ensalada, o bien se puede preparar un coulis de fresas para acompañar a una carne de segundo plato, o ser la base de un postre.
Por último, recordar que las fresas son unas de las frutas más ricas en Vitamina C, juntamente con las naranjas, los kiwis o la piña. Tomarlas en comidas en las que se incluyan alimentos ricos en hierro favorecerá que se absorba mucho mejor el hierro. Esta recomendación la tenemos en cuenta sobretodo en personas con anemia o para quiénes tienen unas necesidades más elevadas en hierro, como pueden ser los deportistas, personas en tratamiento con quimioterapia, o las mujeres embarazadas.