Las especias y las hierbas aromáticas llenan de olor, color y sabor nuestros platos. En la cocina es muy común usarlas para condimentar o para conservar. Las cocinas de medio mundo aplican las hierbas aromáticas y especias a su recetario más habitual. Cada cultura tiene sus preferidas. Por ejemplo, en España se usa con frecuencia el laurel, perejil, romero y tomillo, en Italia abundan los platos con orégano y albahaca y en Marruecos destaca el comino y azafrán.
A parte de dar sabor, son una buena opción para reducir la cantidad de sal de la dieta.
Elevada densidad nutricional en minerales
Las especias y hierbas aportan micronutrientes y compuestos antioxidantes en concentraciones muy elevadas. Por ejemplo, el perejil fresco es el alimento que más vitamina C tiene. El pimentón dulce nos aporta betacarotenos, el orégano, el comino y el tomillo aportan calcio, la canela es rica en selenio, la albahaca es rica en potasio, magnesio y zinc. Aunque las cantidades que consumimos son pequeñas, el uso continuado y habitual permite que sí podamos aprovecharnos de sus beneficios. Además, si las combinamos entre ellas podremos también sacar provecho de los efectos sinérgicos, por ejemplo, en la mezcla de especias de curry o en una salsa pesto.
Propiedades antimicrobianas y antinflamatorias
Muchas especias tienen grandes propiedades antiinflamatorias. Por ejemplo, la cúrcuma y el jengibre que tienen detrás suficiente evidencia científica que respalda su actividad antinflamatoria, incluso a dosis bajas. También destacan otras como el clavo, orégano y canela.
Entre las especias y plantas con propiedades antimicrobianas destacan el jengibre, que repite por su papel antimicrobiano, pero también otras como el tomillo, el clavo, orégano, melisa, eucalipto o manzanilla. Todas son potentes aliadas tanto para reforzar el sistema inmune como para prevenir o combatir infecciones.
Favorecen el metabolismo
Algunas especias, como la pimienta negra o la pimienta de cayena (pimienta roja), contienen unas sustancias llamadas piperina y capsaicina, respectivamente, que producen en nuestro cuerpo un efecto termogénico (aumentan el gasto calórico). Otras, como la canela, ayudan a regular la glucosa sanguínea, siendo muy interesante su uso en patologías que tengan de base una resistencia a la insulina, como la diabetes o el síndrome del ovario poliquístico.
Reducen los efectos nocivos de cocciones a altas temperaturas
Durante el calentamiento de los alimentos a altas temperaturas, por ejemplo, al cocinar carnes o pescados a la plancha, parrilla, barbacoas o al horno, se forman una serie de compuestos nocivos que han demostrado ser cancerígenos.
El uso de plantas aromáticas y especias en las preparaciones protege frente a la formación de estos compuestos. Una buena manera de usarlo es marinando los alimentos antes de cocinarlos. Por ejemplo, un marinado de pollo con limón, aceite y varias hierbas provenzales como orégano, romero, tomillo, mejorana, etc.
¿Cómo usarlas?
Lo más creativamente posible. De entrada, lo más habitual es que se añada el perejil, el apio, el comino, la pimienta blanca y negra, el laurel, el eneldo o la mostaza, el ajo en polvo, el pimiento en polvo, la cebolla, la nuez moscada, tomillo y la albahaca, entre otros con las verduras, sopas, salsas, rellenos, arroces, setas y legumbres. El eneldo y el hinojo también son buenos compañeros del pescado al horno.
El anís, la canela, la vainilla, el hinojo, el clavo, entre otros se suelen utilizar más en preparaciones dulces.
Aun así se puede innovar fácilmente en la cocina con el uso de diferentes especias y hierbas aromáticas.